Consulte con su párroco u otro sacerdote, diácono u obispo para fijar una fecha para la entronización.
Invite a toda la familia a recibir la Sagrada Comunión en el Santo Sacrificio de la Misa ofrecida ese día.
Consiga una hermosa pintura o estatua del Sagrado Corazón (de aquí en adelante llamada «imagen»), si aún no tiene una.
Prepare un «trono» permanente, una mesa o repisa, un altar del hogar. Cúbralo con un mantel blanco y decórelo con flores y velas. Deje vacío ahí el «lugar de honor», el lugar prominente donde la «imagen» será entronizada permanentemente. Si la «imagen» que va a ser entronizada estará colgada en la pared, coloque el «trono» debajo. Prepare también una «mesita temporal» cerca del «trono», la cual sostendrá temporalmente su «imagen» antes de su instalación permanente en su «lugar de honor». Coloque la pintura o estatua del Sagrado Corazón en la «mesita temporal», cerca del «trono». Puedes colocar imágenes de familiares fallecidos o ausentes alrededor del «trono».
Tenga a la mano incienso y agua bendita.
Invite a sus familiares y amigos a la ceremonia.
Organice una fiesta familiar después de la ceremonia. Haga que el día sea lo más solemne posible.
La ceremonia consta de los siguientes momentos:
Reunión inicial
Bendición de la imagen del Sagrado Corazón
Instalación de la imagen
Exhortación breve
Acto de entronización
Súplica por los ausentes
Oración de acción de gracias
Oración conclusiva
Firma del Acta de entronización
Todos se reúnen alrededor del «trono». Los hijos de la familia están más cerca del que preside.
El que preside (marcado como P) saluda a la familia (marcada como F) con la paz de Cristo:
P. ¡Que la paz de Cristo esté sobre este hogar y todos los que aquí habitan!
F. Y con tu espíritu.
El que preside bendice el incienso y ora con la familia con las palabras del Salmo 141,1-2:
P. Clamo ante ti, oh Señor;
F. ¡apresúrate a venir a mí!
P. Presta oído a mi voz,
F. cuando te invoco.
P. Que mi oración sea elevada como incienso ante ti,
F. y el alzar de mis manos como una ofrenda de la tarde.
Luego, el que preside procede a atar y expulsar de la casa a cualquier espíritu maligno que la acose y a sus habitantes, con la siguiente oración de exorcismo menor (no restringida para exorcistas):
P. Todos los espíritus malignos que estén presentes,
residiendo en esta casa,
o de cualquier otra manera acosando a sus habitantes,
yo los ato en el Nombre de Jesús,
por el poder de la Santa Cruz,
por el poder de la Preciosísima Sangre
de nuestro Señor Jesucristo,
y por la intercesión
de la Santísima Virgen María,
san Miguel Arcángel,
los bienaventurados apóstoles, Pedro y Pablo,
los santos ángeles y santos patronos de esta familia,
y todos los santos,
y les ordeno que abandonen esta casa
y sus habitantes
y vayan al pie de la Santa Cruz
para recibir su sentencia,
en el Nombre del Padre ✠,
del Hijo ✠ y del Espíritu ✠ Santo.
F. Amén.
El que preside, con roquete y estola, bendice la «imagen» del Sagrado Corazón..
P. Oremos.
Dios todopoderoso y eterno,
que apruebas
la pintura y escultura de las imágenes de tus santos,
para que cada vez que pongamos la mirada en ellas
seamos recordados de imitar sus obras y santidad;
te suplicamos
que bendigas ✠ y santifiques esta imagen
hecha en honor y memoria,
del Sacratísimo Corazón
de tu Hijo unigénito,
nuestro Señor Jesucristo;
y concede que quienquiera que, en su presencia,
adore y honre suplicantemente
al Sacratísimo Corazón de tu Hijo unigénito,
pueda obtener por Sus méritos e intercesión
la gracia en esta vida
y la gloria eterna en el mundo venidero.
Por Cristo nuestro Señor.
F. Amén.
El que preside rocía la imagen con agua bendita.
El celebrante o el jefe de familia coloca entonces la «imagen» en su «lugar de honor».
Una vez en su «lugar de honor», el celebrante inciensa la «imagen». Después, invita a todos a recitar el Credo de los Apóstoles.
P. Profesemos nuestra fe.
Creo en Dios,
Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado;
descendió a los infiernos;
al tercer día resucitó de entre los muertos;
subió a los cielos,
y está sentado a la derecha de Dios,
Padre todopoderoso;
Desde allí ha de venir
a juzgar a vivos y muertos.
F. Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.
A continuación, el que preside dirige algunas palabras de exhortación a los presentes.
El que preside inciensa la «imagen». Todos se arrodillan.
El presidente inicia entonces el acto oficial de entronización, seguido al unísono por la familia.
P. Oh Sagrado Corazón de Jesús,
que diste a conocer a Santa Margarita María
tu ardiente deseo de reinar sobre las familias cristianas,
F. míranos amorosamente reunidos aquí hoy,
para entronizarte:
para proclamar tu dominio absoluto sobre nuestro hogar.
De ahora en adelante,
nos proponemos llevar una vida como la tuya
para que entre nosotros puedan florecer
las virtudes por las que prometiste paz en la tierra,
y para este fin desterraremos de entre nosotros
el espíritu del mundo que tanto aborreces.
Reinarás sobre nuestro entendimiento
por la sencillez de nuestra fe.
Reinarás sobre nuestros corazones
por un ardiente amor a ti;
y que la llama de este amor
se mantenga siempre encendida en nuestros corazones
por la frecuente recepción de la Sagrada Eucaristía.
Dígnate, oh Divino Corazón,
presidir nuestras reuniones,
bendecir nuestros compromisos,
tanto espirituales como temporales,
desterrar toda preocupación y cuidado,
santificar nuestras alegrías y aliviar nuestras penas.
Si alguno de nosotros tuviera la desgracia
de contristar a tu Sagrado Corazón,
recuérdale tu bondad y misericordia
hacia el pecador arrepentido.
Finalmente, cuando suene la hora de la separación
y la muerte sumerja nuestro hogar en el luto,
entonces todos y cada uno de nosotros
nos resignaremos a tus decretos eternos
y buscaremos consuelo en la idea
de que un día nos reuniremos en el cielo,
donde cantaremos las alabanzas y bendiciones
de tu Sagrado Corazón por toda la eternidad.
Que el Inmaculado Corazón de María
y el glorioso Patriarca San José
te ofrezcan esta nuestra Consagración
y nos la recuerden
todos los días de nuestra vida.
¡Gloria al Divino Corazón de Jesús,
nuestro Rey y nuestro Padre! Amén.
El que preside pide a los presentes que recen juntos un Padrenuestro y un Ave María por todos los miembros ausentes, vivos y difuntos, haciendo alusión a cualquier imagen de los familiares ausentes.
P. Intercedamos por nuestros queridos familiares ausentes.
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
F. Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
P. Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
F. Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Todos recitan con el que preside la siguiente oración de acción de gracias:
P. Gloria a Ti,
Oh Sagrado Corazón de Jesús,
por la infinita misericordia
que has otorgado
a los miembros privilegiados de esta familia.
La has elegido entre miles de otras,
como recipiente de tu amor
y santuario de reparación
en donde tu Amantísimo Corazón
encontrará consuelo
por todas las ingratitudes de los hombres.
F. ¡Cuán grande es, oh Señor Jesús,
el asombro
de esta porción de tu rebaño fiel
al aceptar el honor inmerecido
de verte presidir nuestra familia!
¡En silencio te adoramos,
regocijados al verte compartir
bajo el mismo techo
los trabajos, cuidados y gozos
de tus inocentes hijos!
Es cierto que no somos dignos
de que entres en nuestra humilde morada,
pero ya nos has confortado
al revelarnos tu Sagrado Corazón,
enseñándonos a encontrar
en la llaga de tu Sagrado Costado
la fuente de la gracia y de la vida eterna.
En este espíritu de amor y confianza
nos entregamos a Ti,
Tú que eres la vida inmutable.
Quédate con nosotros,
Sacratísimo Corazón,
porque sentimos un deseo irresistible
de amarte y hacerte amar.
¡Qué nuestra casa sea para Ti
un remanso tan dulce como el de Betania,
donde puedas encontrar descanso
en medio de amigos amantes,
que como María
han elegido la mejor parte
en la intimidad amorosa de Tu Corazón!
Que este hogar sea para Ti,
oh amado Salvador,
un refugio humilde pero hospitalario
durante el exilio
impuesto a Ti por tus enemigos.
Ven, pues, Señor Jesús, ven,
porque aquí como en Nazaret,
tenemos un tierno amor
por la Virgen María,
tu dulce Madre,
a quien nos has dado
para ser nuestra Madre.
Ven a llenar con tu dulce presencia
los vacíos que la desgracia y la muerte
han causado en medio de nosotros.
Oh fidelísimo Amigo,
si hubieras estado aquí
en medio del dolor,
nuestras lágrimas habrían sido menos amargas;
el bálsamo consolador de la paz
habría aliviado estas heridas ocultas,
que sólo Tú conoces.
Ven, porque quizá ahora mismo
se acerca para nosotros
el crepúsculo de la tribulación
y el ocaso de los días pasajeros
de nuestra juventud y de nuestras ilusiones.
Quédate con nosotros,
porque ya es tarde
y un mundo pervertido
pretende envolvernos
en la oscuridad de sus negaciones
mientras nosotros queremos adherirnos a Ti,
quien solo eres el Camino,
la Verdad y la Vida.
Repite para nosotros aquellas palabras
que pronunciaste antiguamente:
«Hoy debo permanecer en esta casa».
Sí, querido Señor,
toma tu morada entre nosotros,
para que podamos vivir en tu amor
y en tu presencia,
nosotros que te proclamamos como nuestro Rey
y no deseamos otro.
¡Que tu Corazón triunfante, oh Jesús,
sea por siempre amado, bendecido
y glorificado en este hogar!
¡Venga tu reino! Amén.
Todos se ponen de pie. El celebrante y su familia concluyen la entronización implorando a la Santísima Virgen María y a los santos, especialmente a los santos patronos de la familia.
P. Como acto de súplica y homenaje al Inmaculado Corazón de María recemos la Salve Regina:
F. Dios te salve, Reina
y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra;
Dios te salve.
A ti llamamos
los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos, gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos;
y después de este destierro,
muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh, clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
P. Pidamos la intercesión de nuestros patronos celestiales recitando las siguientes oraciones jaculatorias:
Sacratísimo Corazón de Jesús,
F. Ten misericordia de nosotros.
P. Inmaculado Corazón de María,
F. Ruega por nosotros.
P. San José,
F. Ruega por nosotros.
P. Santa Margarita María,
F. Ruega por nosotros.
P. Santos ángeles y patronos de esta familia,
F. Rueguen por nosotros.
P. Gloria al Sacratísimo Corazón de Jesús,
F. Por los siglos de los siglos. Amén.
El que preside imparte la bendición.
P. Benedictio Dei omnipotentis,
Patris, et Filii, ✠ et Spiritus Sancti,
descendat super vos et maneat semper.
F. Amen.
Luego, los miembros de la familia y el celebrante firman el Certificado de Entronización, que puede enmarcarse y colgarse cerca de la imagen del Sagrado Corazón o conservarse en los archivos familiares.